Siempre he dicho que me hubiera gustado vivir en los 70s, en Londres, y rodeado de vinilos, de lanzamientos musicales a cada momento y por todas partes, haberme emocionado con discos de Pink Floyd, KISS, Led Zeppelin y un montón más. Pero en algo que quizá no había caído es que no tendría mucha de las comodidades con las que cuento ahora. ¿O debería decir, incomodidades?
La vida de muchas personas ahora ya no se mide en cuantos albumes de Fotos tienes, en cuantos VHS posees o cuantos vinilos tienes en tu estantería.
La vida ahora se mide en GB (o Gigabytes o miles de Megabytes), todas tus fotos, vídeos, recuerdos, anhelos, cartas, y un gran etcétera estan en esa escala. A mayor cantidad de GB, mayor cantidad de recuerdos.
Y todo se vuelve tan frío, que en cuanto perdiste un disco, es probablemente comparable a perder un riñon. Cuantas veces he perdido innumerables fotos, vídeos, cuantas veces he borrado algo de lo cual luego me he arrepentido, cuantos GBs perdidos. Cuantos 0 y 1 desperdiciados.
Este post también forma parte de esos 0 y 1, poco a poco los seres humanos pensamos que el centralizar todo en un solo lugar es bueno, pero, a mi parecer, perdemos movimiento, dinamismo.
