jueves, 1 de mayo de 2008

Mis tierras y cielos


Las cavilaciones de mi aforismo revuelan soñolientas y meditabundas,
cual suspiro desolado que se pierde en el olvido.
¿Dónde está mi cielo? ¿Dónde está mi tierra?
Ya no me dejan vivir como antes…

Si voy por un lado me encuentro con el mar inservible,
el hecho por el hombre y no por el Dios,
pletórico de vestigios de la sociedad inepta y acaudalada de podredumbre [intelectual.]
Si voy por el otro, hallo la tierra enorme,
indiferente a mis susceptibilidades.
Cuando más alto quiero llegar,
más crecen las probabilidades de sufrir surmenage
ante los vilipendios de los gigantes urbanos.
Así, todo es de la edad de piedra,
sólo el más fuerte sobrevive,
y yo, con mi naturaleza humana,
no encajo en este mundo artificial.
Sería mejor exiliarme en el autismo
cual paria de la ensoñación
buscando un Cielo o una Tierra,
donde encuentre inefable redención.

¡¿Dónde sueña el alma abatida?!
¡¿Dónde compro el vuelo a la Salvación?!
(Ya no encuentro salidas con mi título de soñador.)
Es mejor ser aire para extinguirse -como ocurre en el planeta-
o ser agua para evaporarse por las refulgencias del sol
que ingresan como saetas con sus rayos ultravioleta
por el agujero de Ozono que el hombre astuto creó.

Entonces…

Deseo vivir dentro de mis adentros,
fuera de futilidades refutadas,
donde pueda encontrar mis tierras y cielos
en medio de mentes más humanizadas.

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