domingo, 13 de marzo de 2011

Pienso

Pienso en ti hasta cuando no pienso en nada.
Pienso en ti cuando el vigilante me mira con ojos de "Ve a dormir."
Pienso en ti siempre que no te escribo nada, pero lo escribo mentalmente.
Pienso en ti incluso sabiendo que probablemente me fallaste.
Pienso en ti a la hora de comer, cenar, o a la hora del postre.
Pienso en ti por que no me dejan hacer nada más que pensar en ti.
Pienso en ti guardando tu recuerdo en mi mente, sin posibilidad de borrar.
Pienso en ti sin pensar en ti.
Pienso en ti cada vez que sonrío. Y también cuando lloro.
Pienso en ti por la mañana.
Pienso en ti por la tarde.
Pienso en ti por la noche.
Pienso en ti por la madrugada.

Pienso en ti pero también pienso en que quizá no debería pensar más en ti.

O si?

viernes, 11 de marzo de 2011

La Haine

Siempre quise tener la habilidad para poder escribir una carta de odio verdadero. Pero no pude. Siempre me he desviado por los temas un tanto cursis, como el amor y sus variantes, aunque claro, no es por menospreciarlo, pero hablar de amor es, a mi forma de pensar, más fácil que escribirle con todo el odio del mundo a una persona.

Supongo que el tiempo va curando heridas que creías imposibles, supongo que escribir una carta de odio no serviría de nada, más que nada cuando el odio no es más que un "te odio por no seguirme a mi," o un "te odio por que soy un completo egoísta." Todas estas razones siendo un poco más sinceras que un "Te amo pero no se a donde vamos."

No te odio. Soy feliz de no odiar a nadie en este mundo, o que hasta ahora no aparezca la persona que merezca todo mi repudio, de todas formas, mi repudio es algo subjetivo, no tiene porque ser la verdad absoluta. De todas formas, como he dicho anteriormente, no hay por qué alarmarse, cuidado ciudadanos del mundo en general, no odio a nadie, no repudio a nadie, no siento pena por nadie, ni siquiera por mismo (tampoco tengo razones), y no existe aún la persona que despierte en mi ese tipo de sentimientos.

He amado, he sentido celos, he, incluso, envidiado. Más nunca he odiado. ¿Soy una persona que debería considerarse feliz? Probablemente la respuesta sea positiva. Probablemente la vida ha sido mejor conmigo que con mucha gente, y por eso me siento realmente agradecido.

PD: A los que si odio es a los que llaman Lentopolitano al Metropolitano, 3.40 min desde Domingo Orué hasta Javier Prado me avalan. Más tardo movilizándome hasta el metropolitano que en el metropolitano mismo.

martes, 8 de marzo de 2011

Guère difficile

Se me hace difícil escribir, se me hace difícil sacar pensamientos de mi cabeza. Se me hace difícil pensar en una historia bien estructurada, darle personajes, sentimientos, una voz única, características que marcan al personaje de una forma que deja huella. También me cuesta hablarte, decirte todas las cosas que tendría que decirte, pero que no digo, ya sea por vergüenza, o por un "algo" que llevo dentro que hace que simplemente calle. No por que no te quiera, más bien por que te quiero demasiado que no se como decirlo.

Muchas veces me cuesta pensar en todo lo que no puedo olvidar, recordar libros cerrados se me hace imposible, recordar tiempos pasados, no. Se me hace difícil mirar a gente que conozco y no recordar anécdotas embarazosas, o también malas, para solo reír por dentro, reír solo, casi como siempre.

También se me hace demasiado difícil mantener un orden en este blog, escribir cosas que realmente interese a la gente, o la no-gente, que lea este espacio. Se me antoja totalmente difícil describir lo que veo por mis ojos, lo que experimento en esta vieja Lima, que ya no está tan igual que antes, o será que mis ojos ya no son los mismos, y la experiencia toca a mi puerta cada vez más.

Será que la negrura de los edificios ya no me llama la atención como en antaño. Será que la vida recién comienza a tomar un poco de forma, probablemente esté más definida que en antaño. Lo sé, ya no soy un niño, ya no estoy debajo de la sombra de mi madre, ni de mi padre. Ya tengo una voz propia que quizá llegó tarde, pero que bien, ya está aquí.

Aunque con todo y experiencia me siguen pasando las mismas cosas.
Cuando hago algo mal, o no escucho bien, me sonrojo, porque meto la pata y no se como tapar eso con una broma. Solo me sonrojo.
Cuando estoy bajo presión absoluta, es decir, con ciertas personas que tienen una influencia enorme sobre mi, me detengo. No, no me detengo. Quedo en un estado catatónico. Inmóvil, esa es la palabra.
Cuando estuve detrás de ELLA, no paraba de sonreír y me imagino que mi rostro daba una mueca más bien horrible, o patética, que en nada se asemejaba a una sonrisa, sino a la cara de un chico tonto ilusionado, no en vano eso si.

Y algo que aún con la experiencia no se me quita, es la de desvariar, la de no concentrarme en un solo punto y exprimirlo al máximo. ¿De qué estaba escribiendo en un principio?