miércoles, 6 de octubre de 2010

El Tren y sus Sueños Rotos...

La gente, que va y viene, decidida a cambiar su futuro, a labrar esa esperanza que algún día dejaron en un pais ya muy lejanos. Gente en la que solo caben recuerdos de tiempos que ya parecen ajenos, que parece que fueron parte de una historia que probablemente no se vuelva a repetir. Hablar, callar, pensar, reir, discernir, vivir, morir, elegir, salir y entrar, cosas comunes en el tren.

Este tren tiene un trayecto fijo, lo que si no es fijo es que la gente aunque sea la misma, nunca entra de la misma forma al tren, algunas veces pueden entrar felices, otras tristes, otras veces sin importarles nada. Eso en realidad es lo que cambia de dirección al tren.

Ipods, móviles, cámaras, bolsas, zapatillas de lujo, botas recien compradas con su respectivo "Ay que monas me quedan," periodicos, gratuitos y de pago, letreros, mochilas, bocatas, mcdonalds o burger, chaquetas, aire acondicionado que jode mi garganta, guitarras, gaitas o cualquier instrumento que sirva para intentar mantener dignamente a alguien.
Sueño, sueños, esperanzas, desesperanzas, amor, dolor, españoles, no españoles, argentina y su casa desaparecida, muestras de afecto correspondidas, asi también como no correspondidas, toser, dolor, gripe.

Si cada vez que me subo a un tren me pusiera a pensar en lo que veo, y lo observo detenidamente, probablemente acabaria loco. No se si por tanto toser, o tanto maldecir un aire acondicionado en una época en la que realmente no se necesita, maldigo este cambio de clima tan absurdo, tan endemoniadamente brusco, no me hace bien, ni a mi modo de vivir, ni a mi maltratada garganta.

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